a la luz en el obrar de gabriela giusti
rupestre










tessituras solares
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A pintura de gabriela giusti é uma saudação ao sol, à chuva e ao tempo. Talvez entre as árvores de um bosque a luz provoque emanações semelhantes, ou, quem sabe sobre o manto de um velho xamã, as cores movimentem-se com essa leveza mágica.
jussara salazar
trama de la transparencia
Líneas, rayas, rayitas, incansables; verticales, metódicas, melódicas, inquietas. Nacidas de una necesidad, y de una insistencia, como para señalar en el campo de la verticalidad menos un motivo que una apertura y una voluntad de ver; como para subrayar que la linealidad puede no ser alineamiento, como para indicar en lo linear del rayo, el estambre, la fibra, el alcance de una visión que se itera en sonoro (coloro) mantra.
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Un juicio apresurado y superficial puede relacionar las primeras obras de esta serie —precisamente las pequeñas telas del año 2000— con las Florestas del brasileño Lasar Segall, en las que se advierte un proceso de síntesis dominando la representación figurativa. Es preciso señalar de inmediato la diferencia: lo que en Segall es llegada, término de una evolución visual y creativa; en Gabriela Giusti es partida, principio de una mirada que explorando la variación cromática y compositiva marca por el contrario, un fino sendero que va desde lo abstracto (lo que implica una no-referencia; en todo caso, un significante sin-sentido adjudicable) hacia una posibilidad figurativa —y sólo una posibilidad ya que lo figurativo jamás se da en Gabriela Giusti como intención previa o meta a alcanzar. La imagen puede remitir a una lluvia, puede parecer un manojo extendido de cañas de bambú, escalas volcadas, o cintas, franjas melódicas de color conteniendo pequeñas costuras; sin embargo, siempre se podrá confirmar que no hay una idea previa al acto sino una revelación de la imagen en el acto de pintar. Es el ojo de quien mira el que dará una posibilidad de sentido a la imagen del cuadro, y si no, al menos constatará un ritmo, la insistencia de una mano en dotar al espacio, a la visión del espacio, el ritmo de una organización lineal-cromática. Gabriela Giusti raya el espacio del cuadro y al hacerlo pone en ritmo la luz; ahí donde subraya el detalle, dice luminosidad, levedad, ligereza; y ahí donde las transparencias de la acuarela, del acrílico —toda su técnica es un arte combinado de materiales solubles al agua— se superponen capa a capa, habla del tiempo, de la sucesión de instantes, a la vez que es una introspección objetiva —quiero decir sin sujeto— en lo espacial.
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El resultado es un conjunto de obras amplio: desde pinturas ops (de vivos efectos visuales) hasta finos encuadres decorativos. Animada por cierta actitud minimalista en la composición, es no obstante de una elaboración compleja en los matices, en las veladuras y en las transparencias, en el contrapunto cromático. Si bien en las primeras obras es rara la horizontal —apenas aparece para cortar significativamente el plano, para dejar trascender una idea sintética, una intención figurativa— en las telas pintadas después de una estadía en Paracas, en 2004, se produce un notorio cambio en la composición del cuadro que no se asienta ya en la urdimbre (es decir, en la verticalidad de los hilos) sino en tramas abiertas, extendidas, donde las líneas, restringidas a zonas muy definidas funcionan como elementos de tensión y fuga. La línea hiende ahora la superficie para una composición diferente, en la que predomina otra instancia de pintura, más calma. Lo textil se vuelve un instrumento para explorar nuevamente el espacio del cuadro, pero el acercamiento a los tejidos indígenas no promueve, sin embargo, una intención geométrica —ajena a la obra de Giusti—, sino una nueva necesidad: traducir no figurativamente los elementos inmanentes de esa experiencia. El paisaje de Paracas —el color de los cerros colorados, el horizonte— le permite a Gabriela las posibilidades materiales de trabajar otra paleta, emparentada con los rojos cálidos, las tierras, los ocres; experimentar con pigmentos nuevos; pensar incluso las telas casi en un doble significado: como cuadro y como estampado. Si bien las telas remiten a los estampados, a las fibras de los tejidos tanto a nivel material como decorativo, no se podría decir que ésta sea su finalidad, sino más bien hay que entenderlo como campo de exploración visual. Por otra parte, los colores pasteles son los que predominan viniendo a reafirmar una tendencia que ya se observaba en obras anteriores, de transición, donde las rayas se hacían franjas, y el uso del color puro se atenuaba en busca del matiz y no tanto del contraste cromático.
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La obra de Gabriela Giusti, va de una visión microscópica, de atención al detalle, hasta un punto donde la mirada se hace trama de la transparencia; va de la reiteración abigarrada (de una idea, un motivo) hasta la levedad coloreada del espacio; parte de la variación del tema hasta la proliferación sutil de la diferencia. Su trabajo está signado por la delicadeza pero también por la constancia. Se podría decir que su método es la impregnación de lo inasible en el color; su logro, la realización concreta del tiempo en la prosecución de una idea abstracta. Pero, fundamentalmente, esta obra lleva marcada en su desasimiento de toda intención anecdótica, el sentido más intenso, algo sagrado si se quiere, alcanzar en sí misma, la instancia —absoluta— de la pintura: una indecible belleza.
carlos riccardo
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