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n é b u l a s 

                                                                                           la transparencia vegetal                                         

Del verde, de color traspasado con agua, visto a través del agua, a veces con la gota descubierta que corre por su vera, en línea alzada, alta la mano puede ensanchar o adelgazar la línea. Y el verde que se cuela y aparece, reaparece como reminiscencia, reverbera en la luz que trata en el través. Es una luz cactácea, de savia atravesada, ese es el verde que acude y cunde entre las tierras y cernidor de una memoria que el ojo hace resplandecer visto de nuevo: cántaros de oro, textiles ancestrales, probables planicies vistas desde un auto un día de lluvia, el verde en el correr del parabrisas, las tierras arenosas y moradas, las tierras en las que el verde se parece al silencio o en las plantas en que aparece el agua dentro de lo populoso de su carne. La transparencia viene de ese azul que detrás suma con aire, o vela el amarillo, transformándolo en otro que pasa del esmeralda al veronés, del verdín al verdor, el color del follaje, la luz que cambia en la arboleda. Hojas transparentes, papel de seda, colores trasparentes en hojas transparentes que superpuestos cambian en una producción que no termina, en una sucesión que continúa y empieza cada vez. Telas que parecen con la textura de la seda en ocasiones, y que son una extensión de un suelo en otras, una larga extensión predesértica, arenosa, construida en el tiento, tentando hacia un cromatismo que ha hechizado en ese ir desde lo conocido a lo no conocido. Extender sobre líneas —que a veces son zonas— la sutileza del color, hacer valer a los colores en la continuidad, en la reverberación solar, en el regocijo de la luz. Casi siempre verticales las líneas de color hacen a veces un efecto aéreo y nos retrotraen a un cielo, a un espacio anterior al sueño en el que se va cayendo con nitidez, intensamente. Y la arboleda, el cambio de la luz en la arboleda, el ojo que registró la tierra y sus colores, el cielo y el verdor visto a contraluz del cielo, cambian, vuelven, se mueven despertando, convidando a la fiesta secreta de estar vivo.
   

                                                                                                                                                                                                 silvia guerra

la nave semilla - 2018 

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